Tenia muchas ganas de compartir con vosotros la boda de Cristina y Pedro, una pareja con una de esas historias que son la excepción en toda regla de que segundas partes nunca fueron buenas. Espero que os guste tanto como a mí.
Se conocieron en Mayo del año 2000 en la feria de Carmona, Sevilla. Ambos son de allí pero nunca se habían visto. Carmona es el pueblo natal de Cristina pero toda su infancia y parte de la adolescencia la pasó entre Alicante y Madrid. Fue un amor de verano, algo bonito pero de esas historias que se acaban y no tienen un por qué.
Tras diez años sin verse, los volvió a unir una Feria de Mayo de 2010, algo diferente, maravilloso, maduro, el destino quiso que fuese así, ahora era el momento. A los 9 meses de relación decidieron irse a vivir juntos, y la convivencia lo mejoró todo aún más, fue la mejor de las decisiones.
¡Una historia de esas que parece que solo ocurre en las películas!…. El destino
El tema boda, había surgido en varias conversaciones entre risas pero de manera puntual y sin planes de nada. Tras 6 años y medio de relación, un día a principios del mes Septiembre, decidieron que era el momento. La familia de Cristina llevaba meses pasándolo mal por la enfermedad de su padre y creyeron que podía ser una forma de ilusionarse y evadirse todos de la situación por un tiempo haciéndolos partícipes en los preparativos y además les hacía muchísima ilusión que su pequeño Principito estuviera presente en un día tan emotivo.
Habían tomado la decisión y no querían esperar, tenía que ser antes de que acabara el 2016, no les gusta pensar a largo plazo…
“El mes de Diciembre era la fecha perfecta, la magia de la Navidad! me encantan las invitadas de invierno con looks de terciopelo, ante, neopreno, estolas de pelo… ¡Oh! ¡Lo veo súper elegante con mucho rollo! .”
Eligieron como fecha el día 10 de Diciembre, pero un mes antes de la boda tuvieron que cambiarlo al 17 por circunstancias ajenas. No supuso un problema, ¡les encantó ese día!, Cristina nació un 17 y, además, Pedro y ella comenzaron su relación un 17, así que era una señal. ¡Menos mal que aún no habían repartido las invitaciones!
Al día siguiente se lo comuicaron a familiares y amigos. ¡Qué momentazo!. Cristina nos cuenta que no puedo evitar sonreír cuando recuerda la contestación de todos:
¡Os casáis en Diciembre qué bien!, ¿de 2017 no?, y su respuesta: no… de 2016, dentro de tres meses 🙂
Había un detalle muy importante que tenía un poco preocupada a Cristina, Pedro había perdido sus padres muy jovencito y no sabía cómo preguntarle si llevaría madrina o no. No hizo falta preguntar, él decidió sin duda que sería la madre de Cristina quién lo llevaría del brazo, ¡quién mejor que ELLA!, le hizo muchísima ilusión ya que nunca se imaginó de madrina porque son dos chicas en casa.
Iba espectacular, con un traje largo azul de Ralph Lauren y una estola de pelo en tono natural. No quería ir de mantilla ni nada parecido, le apetecía vestirse de largo, nunca había tenido ocasión desde su boda.
La elección del vestido de Cristina lo tenía clarísimo, quería algo muy especial, único y que mejor que su gran amiga María de Gracia diseñadora. Con ella sabía que no se equivocaría, que sería todo un éxito. La llamó por teléfono para darle la noticia porque fue incapaz de aguantar para verla, le dijo que necesitaba un traje para una boda muy especial y me dijo genial cuando quieras, ¿quién se casa?, le dijo: ¡YO!….Le preparó varios bocetos, encantadores todos ¡qué decisión tan difícil elegir entre tanto arte!. Pasó un día entero intentado imaginarse con todos ellos y en menos de 24 horas se decidió, era ese, ese sería su vestido….¡¡¡y qué vestido!!!
El vestido era de crepe con pedrería de cristal transparente colocada en imitación de destellos. La sobrefalda de organza con flores pintadas a mano por la diseñadora y cinturón de la misma tela del vestido con hebilla ovalada.
La corona también fue obra y regalo de María de Gracia. Estaba hecha de un engranaje de piezas de cristal sobre base de crep y por el interior de terciopelo azul.
La decisión de velo sí o no, la tomaron dos días antes de la boda, en la última prueba. Su madre le dijo: “me encanta todo pero creo que con velo sería aún más espectacular”. María de Gracia, con la resolución que le caracteriza, en cuestión de horas tenía preparado un velo corto chulísimo de tul de seda.
Los zapatos, regalo de su prima, fueron un auténtico flechazo, los Hannibal Laguna Glitter, en tono azul.
En el día a día, Cristina no utiliza pendientes, ya que su pequeñín había cogido la manía de engancharse a sus orejas cuando lo tenía en brazos, así que no estaba acostumbrada a verse con pendientes. Quería algo sutil pero a la vez un poco innovador, diferente. Su amiga Elisa le habló de una firma de bisutería, P D PAOLA. Encontró unos ear cuff que le encantaron de plata con circonitas blancas talladas en estrella.
Con respecto al tema de maquillaje y peluquería, lo tenía difícil. Cristina es un poco especial con estos temas, no le gusta innovar mucho con estos temas, ya que es de las que piensan que si algo te sienta bien, ¿por qué cambiarlo? Gracias a su amiga Elisa, que además formo parte de cada detalle de la boda, encontró peluquero. Álvaro Torres, estilista de eventos que trabaja con Espacio Líbero, fue el encargado del peinado. Captó de inmediato lo que quería,. consiguió que se sintiera cómoda y fantástica.
Del maquillaje se encargó el Centro de Estética Quietsun de Carmona, eligiendo un maquillaje muy natural y con su labial favorito FOR DANGER de Mac.
Los pajes, una tarea complicada ya que los tramos de edad iban desde el año y medio hasta los 11 años, lo confeccionaron Cristina y sus tías y lo dejaron en manos de una modista de confianza. Los chicos con pantalón cortito gris de lana y chaqueta cuello mao azul de terciopelo y las niñas con vestido gris con detalle de encaje blanco en cuello y bajos y una capa azul también de terciopelo. Las chicas llevaban unas diademas fantásticas de Carmen Sánchez en terciopelo y con plumitas.
El ramo, obra David Fernández Lara, sencillo con astilbe blanco y limonium rosa y con la empuñadura del mismo terciopelo azul de la tela de los pajes.
Las alianzas, de oro rosa mate con dos finas líneas talladas en oro blanco, eran de Joyería Cabello.
Pedro le regaló a Cristina días antes de la boda un anillo de Pandora en plata con corazones labrados en el interior y circonitas transparentes, algo muy sencillo. Había sido todo muy rápido pero él no quería que ella fuera sin su anillo de compromiso al gran día.
Pedro llevo traje de Álvaro Moreno en color azul, camisa blanca de Hermes, tirantes azules y corbata estampada verde. La madre de Cristina le regaló unos gemelos bañados en oro con sus iniciales. Se vistió en una habitación en otra ala donde lo esperaban sus amigos y hermano para ayudarlo a vestirlo.
El lugar de celebración tenía que ser un sitio donde pudieran hospedarse, celebrar la ceremonia y que permitiera, además, que el padre de Cristina pudiera irse a descansar sin salir del recinto si se sentía fatigado y que estuviera lo más confortable posible. El sitio elegido fue el Parador Nacional de Carmona y Alcázar del Rey Don Pedro I.
La ceremonia fue muy emotiva, no prepararon nada, simplemente le pidieron a familiares y amigos que escribieran algunas palabras, anécdotas, sentimientos… El tio de Cristina, Manuel, catedrático de guitarra flamenca en la Universidad de Córdoba, ambientó la ceremonia. Además, el padre de Cristina consiguió ir sin ningún punto de apoyo para hacer el paseo hasta el altar, hizo un gran esfuerzo y aguantó como un campeón.
Todo salió perfecto, emotiva, lloraron, rieron a carcajadas, fue precioso y espontáneo ¡Que mas se puede pedir!
El catering era el del Parador, estaba compuesto por varias estaciones, variedad de quesos, pescadito frito en cartuchos y arroces, un cortador de jamón, y una degustación de dieciséis tapas, entre ellas podian encontrar desde un tataki de atún rojo macerado a la soja, lomo de ternera braseado al tomillo, conchas de bacalao, pulpo al pimentón en cremoso de patatas, minihamburguesas de cordero con cilantro, langostinos en tempura, las típicas espinacas con garbanzos de Carmona, tosta de habitas baby con pollo de corral, etc…. El postre consistía en un sorbete de mandarina y una variedad de pastelitos deliciosos como trufas, tarta sefardí, petit-suise….
Para el baile de los novios sonó la canción La cosa más bella de Eros Ramazzotti. La barra libre fue ambientada con un DJ y un grupo de flamenco-pop llamado Acontramano.
El día antes de la boda lo pasaron de tapeo y vinitos con amigos por el casco antiguo de Carmona, que ayudaron, además, a preparar el photocall.
Cristina y Pedro se saltaron un poco la tradición de que la noche antes los novios no pueden dormir juntos. Son una familia y nada les apetecía y hacía más ilusión que pasar la noche anterior a la boda los tres juntos, así que nos hospedamos en el Parador.
Del reportaje fotográfico se encargo Rafael Torres Photo.
Vestido de novia y corona: María de Gracia, Pendientes: P D PAOLA, Ramo: David Fernández Lara, Zapatos:Hannibal Laguna Glitter, Peluquería: Álvaro Torres, de Espacio Líbero, Maquillaje: Centro de Estética Quietsun de Carmona, Madrina: Ralph Lauren, Traje: Álvaro Moreno, Lugar: Parador Nacional de Carmona y Alcázar del Rey Don Pedro I, Reportaje fotográfico: Rafael Torres Photo
Una boda preciosa y llena de detalles en el Parador de Carmon. Espero que os gusten las fotos y todos los detalles de esta maravillosa boda.
Desde En zapatos planos, queremos dar las gracias a Cristina y Pedro por querer compartir su boda con todos nosotros.